Día a día luchamos por descubrir quiénes somos, leemos y
releemos el diario de nuestra vida, buscando entre líneas algo que nos redima,
que explique el por qué de nuestros errores y nos de un ápice de esperanza.
Pero… ¿hasta qué punto debe influir el pasado en nuestra vida? Sin lugar a duda
hasta cuando, recrearnos en el dolor, empieza a herir a quienes amamos,
impidiéndonos disfrutar de su compañía, de su silencio, de su cariño…
Solo a un buen corazón le afecta el dolor de alguien a quién
hirió en el pasado, pero en la vida se necesita algo más, se requiere sabiduría
para discernir entre lo que se puede cambiar y lo que no, valor para afrontar
las adversidades y poder luchar por el presente y la gente que lo compone,
fortaleza para asumir el dolor como parte del camino y constancia para
levantarse tras cada caída.
Y como en la vida te puedes encontrar con muchos tipos de
personas, cierro la entrada con un símil entre el chocolate y las mujeres,
aportación de un gran amigo (y lo más curioso que he escuchado hoy):
“El cacao tiene un sabor muy complejo, que hay que aprender
a disfrutar y, si lo consigues, es perfecto. Los hay dulces y amargos, pero
casi todos tienen su encanto; los hay amargos por fuera pero con un corazón
dulce de crema de leche y no te debe sorprender encontrar muchas tabletas que
te engañan con un envoltorio bonito y te prometen "sabor intenso",
pero que esconden un chocolate al 7% de cacao”.
Y por supuesto, con la descripción que me ha hecho:
"Eres como un chocolate Nestle: dulce, pero con buen
cacao. En una relación quizá tengas un corazón de dulce de leche o caramelo, lo
que puede resultar empalagoso para algunos, pero eres sincera en tu descripción
del envoltorio, así que eso no debería ser una sorpresa, y si le sorprende, es
que no se ha tomado el tiempo de apreciarte antes".
Estas son las pequeñas cosas que le dan sentido y color a mi vida, GRACIAS.